sábado, 2 de agosto de 2014

Mia.

Siempre despertaba sola en aquella cama con su cabello negro esparcido por el colchón, las piernas contra la pared y olor a alcohol y sexo por todas partes.

Desde que él se había ido, su vida se había convertido en un autentico caos: sus amigos comenzaron a fallarle y se alejaron de ella, sus padres habían decidido echarla de su casa al no ver un aporte económico y los chicos huían de su cama a altas horas de la noche para al día siguiente exponer “su trofeo” entre sus amigos. Era lógico, era guapa, inteligente y tenía un curioso sentido del humor. Tenía ligeros toques de sensualidad y no necesitaba más que sonreírte para que te arrodillaras y empezaras a besar sus pantorrillas. Era realmente sexy, alocada e imposible para la mayoría.

Aquella mañana no había sido diferente, su acompañante se había marchado de su cama y ahora ella se hallaba mirando al techo pensativa. No podía evitar recordarle tras cada nueva aventura con alguien de cuyo nombre nunca se acordaría. Seguía desnuda, con sus pequeños pechos hinchados y su boca impregnada de sabores desconocidos. Su entrepierna aun ardía, no la gustaba que la trataran con delicadeza, eso equivalía a sentimientos y ella lo que quería era no sentir nada. Acaricia con suavidad el escozor y no puede evitar encorvarse suavemente, esta tan sensible, tan caliente aun…

Llaman a la puerta con vehemencia y decide ir a abrir así, tal y como esta, probablemente sea su acompañante que olvido algo. Sin embargo, al entreabrir la puerta con su sonrisa de chica mala ensayada en el espejo durante meses, descubre que ahí de pies no esta quien ella esperaba. No puede evitar perder la sonrisa y que sus ojos muestren temor. Ahí esta, es él, su única debilidad, su único dolor, su motivo para ser así. Esa sonrisa que jamás olvidara se encuentra apeada a su puerta y no tiene cara de querer marcharse.

Repentinamente la vergüenza se apodera de ella y, sin poder evitar el sonrojo en sus mejillas, se tapa con sus manos como puede. Aun se puede ver gran parte de su piel expuesta y eso le roba una carcajada al joven que se halla observandola sin pudor.

- Cada dia mas adorable…*se rie y la empuja con la mano ligeramente dejando así espacio para colarse en el piso* Ni que nunca te hubiera visto así. *besa su mejilla tiernamente y entra sentándose en el sofá*

+ ¿Que haces aquí? *sigue sin inmutarse de donde estaba mirando al suelo, aun tapándose como puede*

- ¿Así que ahora vives aquí? *mira a todos lados ignorándola, sabe que eso la pone nerviosa*

+ Si…*levanta la mirada y le ve ahí sentado, como tantas veces le ha visto antes, tan natural, tan…él* Pero no ignores mi pregunta, ¿por qué has venido?

- Quería verte *es conciso y directo* Te echaba de menos *se ríe de nuevo, volviendo su mirada hacia ella*

+ Mientes fatal *nada mas oír esas palabras se siente enfadada, ¿como puede ser tan capullo?* Tu nunca me has podido echar de menos *posa sus manos en un puño a los lados de sus caderas mientras se acerca, el pudor se ha marchado dando lugar a la rabia* ¿Cómo puedes pretender que te crea una mentira tan mala?

- Ummm…si, por favor, enséñame un poco  mas…*se levanta y se sitúa ante ella derepente, haciendo que ella choque suavemente contra él* Estas tan sexy cuando te enfadas…*acaricia su mejilla y ella tiembla* Y mas estando desnuda, ¿un amiguito vino a verte o es que te gusta que los vecinos te observen mientras se masturban?

+ Imbecil *alza la mano para golpearle pero él la agarra de la muñeca con dureza* ¿Qué mas te dará el porque voy o no voy desnuda? Nunca te ha importado, ahora tampoco debería hacerlo.

- ¿Cuando dije que no me importara? *alza una ceja divertido*

+ En el momento en que te fuiste *remueve la mano intentando soltarse, pero le es imposible* Ese mismo momento en que decidiste que ya no te importaba si yo estaba bien o no *mira su muñeca apresada en su mano y se muerde el labio nerviosa*

- Nunca decidí eso *tira de ella hacia él, pegando sus cuerpos y empieza a lamer su oreja con ternura* Jamás deja de importarme lo que me pertenece.

+ Yo no…*se retuerce suavemente contra su cuerpo, siente su cuerpo tan duro contra el suyo que no puede evitar el movimiento*

- ¿Lo ves? Lo eres, pequeña *se ríe y muerde su mejilla* Eres mi pequeña y preciosa posesión y no me gusta que otros gocen de ti *suelta su muñeca y acaricia su cuello* Tan suave y tierna, tan fría y calculadora, tan…mía *clava sus dedos en sus caderas*

+ Aggg *se queja excitada e intenta alejarse pero él la sujeta con fuerza y la gira violentamente pegando sus nalgas a su dureza* Su-suéltame…

- ¿Qué pasa si no quiero? *siente su aliento contra su nuca, ardiente como siempre lo fue su dueño* Tu tampoco quieres, se que piensas en mi cuando estas con ellos.

+ Eso no importa *le mira de reojo apretando los dientes, mientras él le pellizca un pezón* Ahh…

- Ellos no saben tratarte *sonríe de medio lado* Yo si.

+ Alguien sabrá algún día…*retira la mirada, ¿cómo puede despertar tanto una sonrisa?*

- No quieres que sepan realmente *huele su pelo apretándola mas contra él y empieza una danza macabra contra su cuerpo*

+ ¿Y tu que sabes lo que quiero? *su cuerpo se mueve instintivamente a su ritmo, es hipnotizante*

- Yo siempre lo se todo de ti *lo dice con suavidad, ya no suena tan amenazante*

Él se deja llevar en silencio por su cuerpo, se la siente tan caliente, tan entregada, tan suya, ahora mismo se descargaría en ella como tantas veces hizo. Pero no, esta vez no…debe enseñarla a no jugar con él. Debe aprender que lo que es suyo no se comparte. Y ella le pertenece de muchas maneras, no solo de esa tan ardiente.

La separa de un empujón, pegándola a la pared y deja sus manos caer a los lados de su cintura. Sus frentes rozando y sus miradas fijas. Sus respiraciones acompasadas. Esto se siente como un juego. La besa, no es un beso duro como ha sido él todo el tiempo, es suave, con pequeñas mordidas y ligeros movimientos de lengua. Las lenguas se encuentran y juegan, es una pelea de espadas en la que ella tiene las de perder. Hacia tanto tiempo que no se sentía así, realmente hacia mucho que no sentía nada y lo odia pero a la vez lo ama.

Intenta abrazar su cuello, pero el se separa ladeando la cabeza disfrutando de sus vistas. ¿Cómo puede haber cambiado tanto? Esta tan guapa y tan sexy y tan…follable. La besa de nuevo y se ríe contra sus labios.

- ¿Ves? Yo se como hay que tratarte, se como despertar cada una de las cosas que ocultas en ti. Se lo que callas y lo que gritas en silencio. *lame sus labios de arriba abajo* No puedes evitar tus sentimientos, pequeña, ni hacerlos desaparecer…tampoco voy a permitir que los olvides, que me olvides.

+ No puedes seguir martirizándome…*suspira mordiendo su labio inferior con ternura y sensualidad*

- No quiero martirizarte, solo recuperarte *la observa* Y si es necesario, volveré aquí cada noche para conseguirlo.

+ No lo conseguirás *sonríe con suficiencia, su confianza parece volver* No puedes recuperar lo que no es tuyo.

- Tu solo ponme a prueba *se ríe divertido* Sabes de lo que soy capaz. Puedo atarte y ser duro contigo, para después hacerte el amor con la mayor ternura y tu te dejaras *la besa por ultima vez y se dirige hacia la salida*

Sin quitar su mirada de él, ve como desaparece por la puerta de su piso, sin ni siquiera mirarla una vez más, dejándola ahí caliente y con sus sentimientos a flor de piel. Se le ve tan decidido, pero ella no puede dejar que sus sentimientos vuelvan, volverá a jugar con ellos y eso la romperá más. ¿Pero como evitarlo? No puede pensar con claridad, después de él nunca consigue hacerlo.


Vuelve a su sitio en la cama y piensa en lo que acaba de pasar, en como ha podido cambiar la situación de un momento a otro a su antojo. Él solo intentaba despertar sus sentimientos, pero ha despertado mucho mas en ella, por eso sus manos están de nuevo entre sus piernas sin siquiera darse cuenta. Se deja llevar por sus manos y pronto cae rendida al orgasmo que le provoca recordar esos ojos oscuros y esa sonrisa de lobo hambriento que aparecen cuando cierra los ojos.